jueves, 31 de julio de 2008

10 dias...

7 días:

Para revivir el ambiente tan especial de un Half-Ironman, en un país donde estas pruebas mueven a miles de espectadores a seguir la competición.

Para volver a ver los carteles, los paneles de bienvenida a los que participamos en la prueba y a nuestros sufridos acompañantes.
Para pasear por la ciudad y cruzarnos con otros atletas, reconociéndonos unos a otros por el consabido brazalete, por una camiseta de finisher, por un físico que ofrece pocas dudas, aunque no sea en mi caso…

8 días:

Para sentir que esto es real, por el simple hecho de recoger tu dorsal.

Para rodar, correr o nadar un poco antes del día D, sonriendo a nuestros acompañantes, agradeciendo sus ánimos sincera pero mecánicamente, por estar ya con la mente en algún lugar entre el final del último entreno y los primeros golpes en el agua.

9 días:

Para que los ojos emulen el ritmo frenético de una fase REM tratando de no perder detalles de un mar de bicicletas que valen más que muchos coches y que nos hacen soñar despiertos durante el invierno, de camino a la piscina a las 7 de la mañana o en el Km. 15 de una salida larga, pensando cuantos minutos recortaríamos con esas ruedas…y lo bonitas que quedarían en nuestra querida burra.

10 días:

Para “despedirnos” de nuestros acompañantes, para decirles que todo irá bien, que no “forzaremos”, sabiendo que no será realmente así, que no hemos venido aquí para “intentar” nada, si no para “lograr” algo, sea lo que sea ese algo, y que eso es la esencia de este deporte.

Para volver a sentir los nervios de la salida en unos minutos, para sentir ese ambiente tan especial en boxes, para sentir como cada minuto nos acerca a ese momento que tememos y ansiamos al mismo tiempo y en la misma proporción.

Para experimentar esa sensación de tener todos y cada uno de nuestros sentidos en un solo objetivo, seguir avanzando lo más rápido posible, cueste lo que cueste.


10 días para dar las gracias.

Por haber sido paciente. Por haber renunciado a casi tanto como yo. Por haber aguantado mis miedos, mis obsesiones y mis interminables mono-debates sobre esas ruedas que giran solas. Por haber preguntado casi con naturalidad “cuando iremos al IM de Frankfurt?”.
Por que sin tí, este seria mi primer Half y no el segundo. Por creer más en mi de lo que yo mismo puedo hacerlo.

Gracias, gracias Amy, va a ser increíble correr y verte ahí a mi lado.


10 días para recordar.

Para recordar que hace prácticamente un año, quise creer mas que nunca que podía -que podíamos- lograrlo, y que por eso, a escasos metros de la línea de llegada, hice el gesto de mecer a un niño, dedicándole ese momento a mi pequeño, para decirle “esta vez sí Marco, esta vez lo vamos a conseguir…esta vez lo hemos conseguido”.

1 comentario:

Unknown dijo...

e has escrito, está es sin duda la mejor por su carga emotiva como por el estilo.

Como ya he dicho en varias ocasiones, tendrian que darle tambien una camiseta a Amy , no como finisher pero si como catalizadora de todo esto.

May the force be with you, pal